sábado, 23 de febrero de 2008

Requiem

Nunca pensé que escribiría esto aquí. No he sido capaz de imaginarme ni tan siquiera el hecho de tener que tratar este tema en el blog. Y ni mucho menos pensaba que tendría que hacerlo refiriéndome a tí algún día.

Hoy me inundan miles de recuerdos. Esos días de instituto fumandonos las clases, ese soniquete en los recreos que, en cierto modo y aunque nunca te lo dije, me alegraba el día ("Julio, tio, dame un cigarrito, anda..."). Esas borracheras compartidas en la puerta del Rock´a, esos saludos a grito pelado estuviesemos donde estuviesemos... Tantas cosas compartidas a lo largo de los años, algunas meras tonterías, otras realmente importantes.

Era curioso ver cómo desde el escenario siempre se te distinguía. Tu apoyo hizo que siguieramos adelante con aquel proyecto llamado "Sin Bandera". Una de esas personas que aunque no estuviese allí presente, siempre estaba.

El tiempo nos separó despues del instituto, pero de alguna extraña forma, nuestras vidas han estado entrelazadas entre sí con cierto toque mágico. Encontrarnos era como volver hacia atrás, como si los años no pasaran, como si siguiesemos saltandonos las clases, saliendo al recreo, compartiendo los paquetes de tabaco. Podíamos pasarnos las horas muertas rememorando antiguas batallas, como aquella que siempre conseguía sacarte la sonrisa ("Joder, macho, hoy me he venido con un euro, y me he hinchado a comer!")

Recuerdo aún con mas fluidez la última vez que nos encontramos. Acababa de terminar de comer y mientras iba de camino al trabajo nuestros caminos volvieron a cruzarse. Te noté bastante cambiado, más que nada por el detalle de ir empujando un carrito. Torpe de mí, como siempre, cuando sólo acerté a decir que menos mal que se parecía a su madre. Sólo espero que tenga la misma forma de ser, de sentir y el mismo sentido del humor que ha tenido siempre su padre.

Se te va a echar de menos. Y tengo la estúpida sensación de que ya nada volverá a ser lo mismo. Sólo quiero que tengas presente una cosa, y es que sólo muere aquello que se olvida. Por eso puedes estar tranquilo, tu vivirás eternamente.

Con estas torpes palabras quiero darte mi homenaje personal. Y como dije antes, tu tranquilo, que seguro que nos volveremos a reencontrar...

¡Hasta siempre, compañero!

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